A mediados del siglo XIX se publicaba en Las Palmas un periódico llamado El País, en el que trataban fundamentalmente cuestiones relacionadas con el comercio local.
Tras haber leído unos cuantos ejemplares, me impactó la profusión de anuncios ofreciendo sanguijuelas. En aquel entonces estaba en boga la creencia de que buena parte de las enfermedades se debía a un exceso de sangre. Lo suyo, como no, era acudir a una barbería para que te aplicaran hasta una decena de gusanos hematófagos mientras te hacían unas mechas. Por si la idea no resulta suficientemente repulsiva, sépase que era muy popular su uso para reducir las inflamaciones de amígdalas, no digo más.
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