Verneau, a su rollo.
En 1888, el antipático antropólogo francés
René Verneau impartió una conferencia titulada
"El archipiélago canario. Su pasado, su presente". El
texto ha sido recientemente reeditado por Gaspar Sierra con notas de Melchor Núñez y resulta altamente recomendable para quienes, como yo, tienen escasa idea de esos saberes viejunos.
En la charla de presentación de la nueva edición tomó la palabra Fernando Estévez, antropólogo y director del Museo de Historia y Antropología de Tenerife. Su discurso, o lo que yo creí entender de él, me resultó de lo más revolucionario. Me pareció increíble no haber oído nunca esa historia, con todos los años que cargo en mi acalandracada existencia.
La cosa viene a ser, más o menos así. En 1868 se descubren en un valle francés los primeros restos de una desconocida raza humana, el hombre de
Cromagnon. A raíz de ésto, los franceses construyen una florida mitología según la cual estos antepasados procedentes de África se establecieron con éxito en Europa desde donde prosiguieron su expansión. Tal es así que, en algún momento recalaron en Canarias para poblarla y darle vidilla antropológica. Los herederos de la raza en África serían los bereberes, en pugna con los árabes procedentes del Este.
El interés de los antropólogos franceses por demostrar que sus antepasados cromagnones podían identificarse en Canarias y en las poblaciones bereberes tenía una motivación bastarda: la necesidad de justificar su política colonialista en el Norte de África. Y ese fue, aparentemente, el encargo que recibieron científicos como
Sabin Berthelot y el propio
René Verneau, que se hartó de medir cráneos canarios intentando verificar su
cromagnonicidad.
Entre éso, y que la intelectualidad canaria de la época aplaudía con las orejas la idea de un origen ancestral europeo, el lío estaba servido. Pero
Verneau encontró, por las medidas craneales, que aquí no hubo una prevalencia
cromagnon sino más bien una mezcolanza de tipos de diversa procedencia. Y poco a poco se fueron cayendo los palos del sombrajo guanche-europeo. Ese fue el contexto en el que se propició el mito del guanche descomunal, rubiaco y con ojos azules.
Tampoco es que actualmente se sepa con certeza cómo ocurrieron las cosas. Aunque sí hay consenso en que el poblamiento de Canarias no comenzó antes del siglo V A.C. y que en todo caso, se trató de bereberes procedentes del Norte de África.