Se ha oído decir que durante las olas de calor se incrementa el índice de actos violentos. Según parece, las altas temperaturas inducen un cierto nivel de
emputecimiento que predispone al parroquiano a la riña sudada y tumultuosa.
Pero eso será en otros sitios con más mala leche. Aquí cuando aprietan los calores, nos cogemos un ciego y echamos un bailecito. Y da igual que no haya música, ni pista de baile, ni nada de nada.
Ayer, quienes transitaban a media mañana por el Puente Serrador (Santa Cruz de Tenerife), pudieron admirar la enloquecida danza de un señor que eligió la baranda del puente para ejecutar sus coreografías. Cuando mejor estaba la cosa,
vino la policía y mandó a parar, con la tibia excusa de que el individuo estaba
borracho,
semidesnudo y
tambaleándose sobre la baranda de un puente.
El periódico
La Opinión se hizo eco de esta historia y es una verdadera pena que no hayan permitido 'comentar la noticia'.
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