sábado, 17 de abril de 2010

"Estigmas familiares"

By Calandrake

Si dejamos las boberías a un lado, posiblemente estaremos de acuerdo en que tener una familia que corte el bacalao en algo siempre viene bien. La de años de pasante que se ahorraría el joven licenciado en Derecho si el prestigioso bufete en el que trabaja perteneciera a su familia. Lo oportuno que le resultaría al médico novel llamarse igual que su padre y acabar heredando de éste su exclusiva clínica. No digamos del mundo de la farándula, en el que parece confiarse ciegamente en la propagación genética del talento o, en su defecto, en la capacidad de los retoños para llenar aforos con poco más que el nombre de la saga familiar.

Perpleja me sopló que el paniaguado suplemento "Fin de Semana" de La Opinión, trataba esta irrelevante cuestión desde un posicionamiento extremo. Formar parte de una familia famosa o de artistas sería, según esta publicación, un estigma. Da igual que en esos entornos tan favorables se facilite a hijísimos y nietísimos publicar libros, dirigir películas o vender cuadros sin tener demasiada idea de ninguna de esas cosas. Da igual que el apellido acuda presto a suplir las carencias de talento. Para el redactor se trata de un desdoro, una afrenta y/o una mala fama tal como reza en la acepción más próxima del diccionario.

2 comentarios:

  1. "Acepción", don Calandraca, que le sobra una "c".

    Y por eso a los enterados no nos quiere nadie.

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  2. Gracias.
    Ya tengo asumido que el que a hierro mata no puede morir a sombrerazos.

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