Gota conceptual metafórica con verguillas anti-paloma
No suelo frecuentar la remodelada Plaza de España de Santa Cruz. Por eso no sé en qué momento tuvo lugar la metamorfosis de las gotas que iluminan el desconcertante enclave chicharrero.
En su momento, los globitos dieron bastante de sí en la blogosfera crítica, sobre todo por su coste (según apareció publicado, se pagaron 1000 € por los grandes, 800 € por los medianos y 600 € por los pequeños). Se comentó también que el mantenimiento alcanzaba cifras desorbitadas debido al mimo que las burbujas requerían en su limpieza. Y ésta se hacía necesaria con notable frecuencia, porque las palomas parecían juramentadas en su empeño por opacar la extravaganza de los premiadísimos Herzog y de Meuron.
En un principio, los responsables de la cosa se afanaban por explicar que los bombillos colganderos tenían que ser del agrado general, porque venían firmados por prestigiosos arquitectos. Y el que así no lo entendiera se delataba como un insensible patán provinciano, indigno de los desvelos municipales. Era habitual, por aquel entonces, encontrar en las tertulias a un analfabeto funcional desglosando hasta el ridículo la metáfora del agua que guió a los artistas en la remodelación.
Pero eso ya pertenece al pasado. Se acabaron los formalismos estéticos y las justificaciones metafóricas. ¿Que las palomas se cagan en las luces? Pues les ponemos unas verguillas a modo de finchos p'arriba para que no se aposen y asunto resuelto. Esa podría ser la explicación que escucharíamos del mismo tertuliano, otrora comprometido con los cánones de la belleza urbanística, hoy con las soluciones drásticas de ferretería.
Verguillas anti-palomas a 15,25€ la caja
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