Que noooo, que la cosa no es ir en plan aguafiestas tocacojones. La cosa no es contra todos esos, la mayoría, que ven un partido de fútbol, lo sufren, lo gozan y luego lo olvidan o lo guardan entre los más bellos recuerdos de su vida. La risa, el drama, la hartura es con todo ese hipertrofiado mundo del que a veces no es fácil escapar y que rodea a los once que juegan con la pelota. Periodistas deportivos obligados a verbalizar, exaltar, amplificar cualquier cosa que suceda en "el mundo del balón" (como por ejemplo valorar que Del Bosque "no haya intentado esconder a su hijo", exactamente igual que cualquier padre anónimo con un hijo con síndrome de Down).
Quizá son demasiadas horas de radio, quizá demasiado espacio en prensa que hay que llenar diariamente. El resultado es un audio como el que sigue y en el que lo que se relata por el locutor -"un pueblo llorando de rabia por los incendios de Valencia"- no parece coincidir con lo que oímos. Tragicómico.
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